Poesía

  
           Lo que eres 
me distrae de lo que dices.


Lanzas palabras veloces, 
empavesadas de risas, 
invitándome 
a ir adonde ellas me lleven. 
No te atiendo, no las sigo: 
estoy mirando 
los labios donde nacieron.


Miras de pronto a los lejos. 
Clavas la mirada allí, 
no sé en qué, y se te dispara 
a buscarlo ya tu alma 
afilada, de saeta. 
Yo no miro adonde miras: 
yo te estoy viendo mirar.


Y cuando deseas algo 
no pienso en lo que tú quieres, 
ni lo envidio: es lo de menos. 
Lo quieres hoy, lo deseas; 
mañana lo olvidarás 
por una querencia nueva. 
No. Te espero más allá 
de los fines y los términos.


En lo que no ha de pasar 
me quedo, en el puro acto 
de tu deseo, queriéndote. 
Y no quiero ya otra cosa 
más que verte a ti querer. (Pedro Salinas, La voz a ti debida)





Hoy estoy sin saber yo no sé cómo,
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato.
Hoy reverdece aquella espina seca,
hoy es día de llantos de mi reino,
hoy descarga en mi pecho el desaliento
plomo desalentado.
No puedo con mi estrella.
Y me busco la muerte por las manos
mirando con cariño las navajas,
y recuerdo aquel hacha compañera,
y pienso en los más altos campanarios
para un salto mortal serenamente.
Si no fuera ¿por qué?… no sé por qué,
mi corazón escribiría una postrera carta,
una carta que llevo allí metida,
haría un tintero de mi corazón,
una fuente de sílabas, de adioses y regalos,
y ahí te quedas, al mundo le diría.
Yo nací en mala luna.
Tengo la pena de una sola pena
que vale más que toda la alegría.
Un amor me ha dejado con los brazos caídos
y no puedo tenderlos hacia más.
¿No veis mi boca qué desengañada,
qué inconformes mis ojos?
Cuanto más me contemplo más me aflijo:
cortar este dolor ¿con qué tijeras?
Ayer, mañana, hoy
padeciendo por todo
mi corazón, pecera melancólica,
penal de ruiseñores moribundos.
Me sobra corazón.
Hoy, descorazonarme,
yo el más corazonado de los hombres,
y por el más, también el más amargo.
No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día. (Miguel Hernández)

Comentarios

Entradas populares